Joaquín Sabina: El viejo indecente se confiesa en Monterrey

De joven incendiario de viejo bombero. Con manguera en mano, Joaquín Sabina llegó a Monterrey a mitigar el intenso fuego de su leyenda. Resulta que el santo patrón de los amores contrariados está cansado y vino a colgar la capa. Sucede que a este héroe del arrabal, a esta doliente rocola de cantina, este farol de callejones oscuros, este Bukowski con guitarra, esta farmacia abierta las 24 horas, a este juglar convertido en bandido que va siempre a salto de mata, el caballo se le cansó. Y aunque aún no se le acaba la fuerza de la mano izquierda, ni está tan desesperado para soltar la rienda, este hábil jinete entiende las señales de ese entrañable “cuaco” que va cojeando de la pata izquierda y está dispuesto a darle tregua.

Joaquín no vino a decir adiós, pero si a avisar que está tramitando su retiro. Nos duele en el alma, pero esta es la primera, primera llamada. Hay quienes no le creen, también hay quienes no le queremos creer, los que esperamos que su nunca si esconda un ojalá, que ese ciego, nuestro ciego, si mire para atrás. Por lo pronto lo tenemos ahí, sobre el escenario, tratando de apagar, con este disco, con esta gira, con este concierto, el fuego que de forma inocente un día encendió, pero que hoy está fuera de control arrasando con casas, colonias, pueblos, ciudades, países…

El público ni se inmuta con el escenario en llamas. Lo que no sabe Joaquín es que en esta sucursal del infierno que es Monterrey, acostumbrados a los 40 grados a la sombra, cuando vemos fuego, sonreímos, ponemos a enfriar la cheve y sólo pensamos en una cosa: en carne asada. Y si ya el fuego está prendido y estamos rodeados de los amigos del alma, de amores de segunda y tercera mano, solo hace falta algo, poner a todo volumen, así, como que no quiere la cosa, la música de Joaquinito. Y uno que es princeso, ya sabe cómo va a terminar esta suave parranda: Entre la cirrosis y la sobredosis o cómo decimos acá en el norte a ritmo del acordeón, arrastrando la cobija y ensuciando el apellido.

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