Ismos: Duarte con un pie en la cárcel

 

Por La Fare

 

La entrega de 70 tomos y 50n discos compactos, con pruebas que sustentan diez órdenes de aprehensión del ex gobernador Javier Duarte, cambiaron radicalmente el humor social, mismo que se vio reflejado en la noche del Grito, en la cual el gobernador Javier Corral, se dio el lujo de salir y mezclarse entre la multitud siendo muy bien recibido.

Un acto como el protagonizado por Corral y su esposa Cinthia luego de las vivas a los héroes que nos dieron Patria, no tiene antecedentes recientes. Se vio a un Corral, como en los tiempos de campaña, alegre, relajado, saludando y con una cercanía que tuvo en ascuas al capital Juan Manuel Escamilla, por un buen rato.

Es claro que el triunfo electoral del año pasado tuvo como principal oferta de campaña, el llevar a la cárcel “al vulgar ladrón” y aun cuando estos diez meses de administración se trabajó arduamente en la recopilación de pruebas sobre los latrocinios de Duarte, es claro que la desinformación generada especialmente por portales, conductores de radio y columnistas políticos, no han hecho mella sobre la opinión pública que vio en la entrega de las pruebas para sustentar la pronta aprehensión y extradición del ex gobernador el paso más firme dado hasta el momento para la detención y castigo de Duarte Jáquez, quien se encuentra, según todos los indicios en alguna de sus por lo menos tres casas en la ciudad de El Paso.

El humor social refleja una aceptación de arriba del setenta por ciento en lo que se refiere a las acciones del gobernador, concretamente de pedir a la única autoridad competente, la extradición de César Duarte, claramente nos referimos a la entrega de las pruebas y casos concluidos a la PGR, ya que los tratados de extradición son de país a país y  Chihuahua, como entidad, no está facultada para solicitar la medida al gobierno de Estados Unidos.

Javier Corral se encuentra nuevamente en la cresta de la ola, en lo que a popularidad se refiere, lo que pon en claro que las cotidianas críticas en portales, conductores de programas de opinión en radio y columnistas políticos, están en un círculo vicioso, que se conoce como círculo rojo, el que alimenta y se alimenta de este tipo de especulaciones, que algunos confunden con periodismo.

 

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