En su mayoría, o quizá todos los autos, son particulares, propiedad de los oficiales que en ese momento se encontraban en su turno de trabajo.
Fue durante los últimos minutos del domingo, cuando, la barda que medía unos 50 metros, no aguanto los vientos de hasta 60 kilómetros por hora y se derrumbó sobre los vehículos, aunque por fortuna no hubo lesionados.
Los autos quedaron con abolladuras en la carrocería y algunos con los cristales rotos, después de que el muro les cayera encima.
Fueron los mismos policías, quienes se encargaron de retirar los escombros.